Muchas veces cuando nos informamos a través de lo medios no podemos sentir la magnitud de lo que ocurre, espero que estas lineas ayuden a entender la gravedad de la situación en Madre de Dios.
En 28 de Julio tuve la suerte de visitar con mis hijos un lugar llamado Tambopata Research Center. Un centro de investigación para la conservación de guacamayos enclavado en la mitad de la reserva nacional de Tambopata. Este proyecto que lleva más de 20 años recibiendo turistas y científicos de todas partes del mundo desarrollando y compartiendo estos hallazgos con otros centros similares en países como Costar Rica y Brazil.
Una experincia como esta es por definición Fantástica. Viajar por los ríos de la selva en peque-peque o caminando entre los pequeños senderos dentro del bosque, observando de manera directa animales salvajes como: monos, guayaos, caimanes, ronsocos, sachavacas, serpientes, jaguares, huanganas, ranas de todos los tipos y colores, además de millones de insectos como arañas, mosquitos y bichos inimaginables, una vivencia fascinante para los sentidos pero sobre todo para el alma pues despierta una conexión con nuestro planeta y nuestra naturaleza como seres vivos que las ciudades y la virtualización adormecen con frecuencia.
Si bien la naturaleza es increíble debo confesar que casi tan sorprendente como todo lo que nos redeaba era la calidad del servicio en cada uno de los lodge en los que estuvimos. No por que la comida fuera especialmente sofisticada, o que el alojamiento tuviera muchas comodidades, sino por el extraordinario servicio que nos brindaron los motoristas, mozos, cocineros y especialmente los guías. Se podía sentir a cada momento ,además de la calidez que tenemos los peruanos, el orgullo de mostrar lo suyo. Todas las personas que nos atendieron era oriundos de Madre de Dios, orgullosos hijo de la selva que en todos estos años Reain Forest expedition había formado generado en ellos una conciencia ecológica sorprendente, a tal punto que con vergüenza y la cabeza gacha uno de los guías me confeso que de joven había sido un depredador.
No puedo dejar de recordar con profunda emoción la generosidad que José Antonio, nuestro guía, nos enseño a ver dentro de esa abrumadora naturaleza, plantas, animales y peces, invisibles para nuestros sentidos acostumbrados a imágenes, sonidos y olores de civilización. Era increíble el cuidado que tenía con todo, Jose Antonio nos enseñó a caminar por esa agreste selva como si estuviéramos en una gigantesca cristalería, buscando que en cada momento dejarnos maravillados pero asegurándose que nuestra presencia no perturbara nada.
Debo confesar que caer en cuenta de todo esto no fue fácil, hasta que casualmente en el comedor del lodge escuche a un grupo de turistas extranjeros hablar de mi país y de su gente de la manera más increíble que jamás haya escuchado algo despertó en mi cabeza. Elogiaron todo, la naturaleza, la comida, la atención, absolutamente todo. Nunca me había sentido tan orgulloso de ser peruano, sobre todo un 28 de Julio, días en que gracias a los discursos presidenciales uno pierde fácilmente cualquier sentimiento patriótico.
Sentado junto mi hijo mirando por la ventanilla del avión que nos regresaba a Lima, admirábamos ese mar verde, que el y yo comprendíamos mejor gracias a la maravillosa experiencia vivida, cuando me señaló una enorme mancha color tierra en medio de la selva y me preguntó que cosa era. Fue muy difícil para mi tratar de explicarle como la minería informal, con las dragas y el mercurio, estaban destruyendo eso que el acababa de ver, fue difícil explicarle que habían autoridades corruptas que se hacían de la vista gorda y que les importaba poco o nada que todo lo que había visto se destruyera si es que con eso ellos tenían un beneficio personal.
Después de una experiencia comentada, ver la foto de la devastación de la minería en Madre de Dios que apareció este domingo en el diario El Comercio quise compartir esta experiencia para sensibilizar y mostrar una alternativa viable.
No tengo información para poder evaluar en términos económicos y de impacto sociales estás dos actividades a corto plazo sin embargo creo que la discusión de cual debe prevalecer a largo plazo es más que obvio no solo por razones económicas sino ecológicas y morales.
En momentos en los que el país requiere incrementar sus ingresos y competitividad, el turismo vivencial es un camino en el que el Perú tiene absolutamente todas la ventajas a lo largo y ancho de su territorio, no solo por lo maravilloso de nuestros recursos naturales sino especialmente por la pasión con la que mostramos lo nuestro y hacer sentir como en casa a los turistas . Una industria ecológicamente responsable, inclusiva y de gran impacto social, donde empresas como Rain Forest Expedition y muchas viene desde hace años vienen desarrollando modelos de negocio rentables que el gobierno debe promocionar, fomentar y ayudara replicar.